Imagine lo bueno que sería caminar descalzos en medio de la naturaleza, consintiendo las plantas, escarbando la tierra y recordando que en la niñez nada nos preocupaba y nos sentíamos a gusto.
Con el paso del tiempo empiezan las preocupaciones, vivimos en medio del acelere, sometidos en muchos casos a obligaciones laborales, tareas domesticas o compromisos sociales, entre otras actividades en las que invertimos mucho tiempo.
Cuanto mayor es la responsabilidad de trabajo, menor es la capacidad de reposar adecuadamente; y como la falta de reposo impide que la fatiga acumulada se disuelva con la actividad entonces sobreviene el malestar y la enfermedad.
Sin embargo, el tacto tiene el poder de darnos fuerza y vitalidad al sanar nuestro cuerpo y mente. Redescubriendo el agradable arte del tacto podemos restablecer el equilibrio de la energía del cuerpo. El cuerpo percibe y almacena conocimiento en los tejidos, transmite información al cerebro y recibe señales a cambio, irradia energía comunicativa y determina nuestra salud.
Los pies merecen una atención especial, ya que con ellos experimentamos el contacto con el terreno que nos sostiene.
Con un auto-masaje exfoliante en la planta de los pies, trabajando y estimulando algunos puntos reflejos y los miles de nervios que allí se encuentran concentrados podemos encontrar una respuesta inmediata de relajación logrando con ello equilibrar el balance natural del flujo de energía.
Ahora vamos a trabajar los pies:
Los beneficios de este masaje son de partida doble; ya que al trabajar la planta de los pies también estamos estimulando las zonas reflejas de las manos y al realizar cierta presión con los dedos gordos de las manos sobre los dedos gordos del pie se beneficia la cabeza.
Este auto-masaje esta contraindicado en:
- Heridas en los pies.
- Embarazo.
- Enfermedades cardiovasculares.